CISTITIS EN EL EMBARAZO
¿El embarazo es una situación de riesgo frente a la cistitis?. ¿Las embarazadas tienen más posibilidades de contraer cistitis?. De acuerdo a la comunidad médica internacional, la respuesta es claramente positiva. ¿Por qué?.
Sucede que los altos niveles de la hormona progesterona en el embarazo relajan los músculos de la vejiga, de los uréteres (que son los tubos que conectan la vejiga con los riñones) y de la uretra. Asimismo, el mayor tamaño del útero puede llegar a comprimir los uréteres y dificultar el paso rápido y fluido de la orina.
Además, en el caso de las embarazadas, estas infecciones se acentúan por los cambios que experimenta el cuerpo, entre ellos el aumento de las hormonas que hacen que el riñón trabaje más lento o el peso que ejerce el útero sobre la vejiga, provocando que se orine más frecuentemente de lo habitual.
Por otro parte, cuando el embarazo va avanzando el bebé presiona la vejiga, haciendo más complejo el vaciamiento completo en el momento de orinar. Estos cambios provocan que la orina tarde más tiempo del normal en atravesar las vías urinarias, otorgando a su vez a las bacterias un mayor plazo para su multiplicación.
Un caso aparte son las embarazadas que sufren diabetes. Si existe azúcar presente en la sangre, las infecciones de orina son más comunes. Por lo tanto, la cistitis es aún más habitual en aquellas embarazadas con diabetes.
Los peligros
La infección de las vías urinarias constituye una de las infecciones más frecuentes durante el embarazo. Los microorganismos involucrados son principalmente las enterobacterias, entre ellas Escherichia coli (80% de los casos), Klebsiella ssp, Proteus mirabilis y Enterobacter ssp. Existen además otros agentes que siguen en frecuencia, como pueden ser Streptococcus del grupo B y Staphylococcus coagulasa negativo.
Como la embarazada cuenta con mayores posibilidades de contraer la enfermedad, el médico debe efectuar un análisis de orina durante el primer examen prenatal, para confirmar o descartar la presencia de bacterias. En caso que el resultado fuera negativo, es muy poco probable que surja la enfermedad durante el resto del embarazo.
Por el contrario, si se detectan bacterias en la orina, algo que sucede en alrededor del 5% al 7% de las embarazadas, es necesario efectuar un tratamiento urgente para eliminarlas, siendo lo más habitual el empleo de antibióticos.
En caso de no tratar la infección rápidamente y en forma correcta, existe un peligroso 30% de probabilidades de desarrollar una infección en los riñones durante el embarazo. Si estas patologías se agravan, la embarazada corre el riesgo de sufrir un parto prematuro u otras complicaciones.
Las cifras indican que del 2% al 10% de las embarazadas sin antecedentes desarrollan cistitis, de las cuales de un 30% a un 50% evolucionarán a infecciones en los riñones sin un tratamiento adecuado. Insuficiencia renal aguda, riesgo de parto prematuro y de recién nacido de bajo peso al nacer son algunos de los máximos peligros.
Vale remarcar que la mortalidad fetal más alta se presenta cuando la infección ocurre durante los 15 días que anteceden al parto. Por todo lo expuesto anteriormente, es evidente que la detección y el tratamiento temprano de este tipo de infecciones en las embarazadas debe ser una prioridad.
Tratamientos
Algunos de los síntomas habituales de la cistitis, como por ejemplo la necesidad frecuente e incontrolable de orinar, son también característicos del embarazo, lo que dificulta la detección a tiempo de la patología. Por consiguiente, siempre es aconsejable realizar un análisis de orina ante el mínimo síntoma o sospecha para descartar cualquier riesgo.
Si se detectan bacterias en las vías urinarias y se confirma la cistitis, el tratamiento convencional en embarazadas es la administración de antibióticos orales durante 7 a 10 días. Siempre se tratará de antibióticos que están indicados para consumir durante el embarazo.
Los síntomas se retirarán en los próximos días, pero igualmente se realizará un nuevo análisis para evacuar dudas acerca de si la infección ha desaparecido por completo. Al mismo tiempo, se efectuarán pruebas regulares durante el resto del embarazo, para confirmar que no ha regresado la infección.
Según distintas estadísticas, hasta un 40% de mujeres embarazadas que presentaron la infección pueden reiterar el cuadro más adelante. En casos extremos en los cuales las infecciones se suceden una tras otra, se administran dosis suaves pero permanentes de antibióticos hasta el momento del parto.
Prevención
Para reducir las probabilidades de contraer cistitis durante el embarazo es posible seguir una serie de medidas preventivas:
- Beber grandes cantidades de agua, como mínimo 8 vasos diarios.
- No contener la orina, vaciando por completo la vejiga.
- Luego de evacuar, higienizarse de adelante hacia atrás para evitar que las bacterias de las heces se acerquen a la uretra. El área genital debe asearse con jabón suave y agua.
- Luego de sostener relaciones sexuales, es conveniente limpiar la zona genital y orinar.
- El jugo de arándano puede ser también un buen aliado contra la cistitis. Existen distintos estudios que demuestran que este jugo puede reducir los niveles de bacterias y evitar que se introduzcan nuevos microorganismos en las vías urinarias, siendo un eficaz mecanismo preventivo.
- Es muy importante evitar los productos de higiene femenina que puedan irritar la uretra y los genitales y promover el surgimiento de bacterias, como por ejemplo los productos en polvo o aerosol.
- Asimismo, tampoco son aconsejables las duchas vaginales en el transcurso del embarazo.
- Para la ropa interior, siempre es mejor emplear prendas de algodón.