LA POSICICION DE LA IGLESIA

14. La posición de la Iglesia frente al SIDA y la discriminación

"La Iglesia debería abrir sus puertas a todos, en forma incondicional, tal como Cristo abrió la puerta a todos, sin tener en cuenta quienes eran o lo que habían hecho. La salvación es dada a todos por gracia, a través de la fe, y no por causa de hechos o comportamientos. Al aceptar a todos, Cristo dio acceso a su perdón y a la nueva vida. Hoy, en su Iglesia, recibimos esta vida nueva por medio de la Palabra y los sacramentos. Al excluir a alguno de esta fuente de vida, la Iglesia se hace culpable de la más grave forma de discriminación que existe.
La difusión del SIDA depende de realidades culturales, sociales y económicas. La Iglesia debería cuestionar seriamente su propio papel en el desarrollo que facilito la difusión de la enfermedad, y desafiar a sus propios miembros y a la sociedad para tomar medidas que eliminen actitudes de discriminación y acciones prevalentes en la sociedad.
Discriminación.
La discriminación tiene muchas facetas:
Inadecuado cuidado profesional para las personas que son VIH positivos;
Estigmatización y aislamiento de la familia, del contexto social, de la comunidad y de la Iglesia;
Perdida del empleo;
Violencia física y/o psicológica contra personas de orientación homosexual, prostituidos y drogadictos;
Restricciones de viajes;
Presiones familiares y sociales sobre lo que brindan ayuda para que no cuiden a las personas infectadas con el VIH;
Negativa a brindar cuidados sanitarios básicos y seguros de vida o salud;
Registros obligatorios;
Rechazo a brindar alojamiento;
Actitud negativa para brindar acceso a la educación, especialmente a los niños;
Análisis obligatorios sin consentimiento; "chivos expiatorios";
Exclusión de personas, tales como refugiados y estudiantes procedentes de áreas altamente endémicas.
Las estructuras socioeconómicas en el mundo promueven la pobreza de ciertas comunidades y grupos, haciendo más vulnerables a la difusión del SIDA a aquellos que no tienen privilegios. La lucha contra el SIDA es por lo tanto una lucha contra la pobreza, el analfabetismo, la prostitución, la drogadicción y todas las formas de desigualdad social. La falta de información tendenciosa también contribuye a la discriminación.
Efectos de la discriminación.
En el nivel individual:
La discriminación afecta profundamente a las personas. Ella conduce a la perdida de autoestima, a sentimientos de culpa y vergüenza. A menudo las personas con SIDA se apartan por sí mismas de la asistencia que necesitan debido al temor a reacciones negativas de los otros. El aislamiento aumenta el sentimiento de "ser el único con SIDA". Ansiedad, depresión y suicidio pueden ser los resultados.
Las personas afectadas por el SIDA necesitan ser aceptadas por la Iglesia y conducidas, junto con todas sus emociones, al descubrimiento de su dignidad como creadas a la imagen de Dios.
La Iglesia debería sostener y cuidar a aquellas que se están ocupando de las personas con SIDA, para brindarles fuerzas y coraje para continuar su ministerio.
En el nivel comunitario:
La discriminación de ciertos grupos lo obliga a esconderse. La comunicación, el contacto y la existencia llegan a ser difíciles y la transmisión del VIH se facilita. La discriminación de las personas infectadas por el VIH es un obstáculo serio en la lucha para combatir la transmisión de la enfermedad. La Iglesia tiene la especial responsabilidad de reconocer estos grupos discriminados y sus necesidades.
La Iglesia debe poner de manifiesto las acciones discriminatorias y desafiar a sus miembros, a la comunidad y al gobierno de información y que están altamente expuestos a la pandemia."
En resumen, se ve claramente cómo la Iglesia reconoce el problema actual de la "tercera epidemia", lo analiza e inicia planes de acción para erradicar la discriminación, ayudando a quienes padecen la enfermedad, y condenando a aquellos que están involucrados en el acto discriminatorio.
"Declaración de los Derechos Fundamentales de la persona que viven con el virus del SIDA"
Aspectos legales: Considerando
Que el SIDA, desde el punto de vista de la medicina, es una enfermedad como las otras;
Que el SIDA es una epidemia mundial y que es preciso un esfuerzo colectivo mundial para detenerla;
Que no existe peligro de contagio del SIDA excepto a través de relaciones sexuales sin precauciones adecuadas, de la transfusión de sangre infectada y de la transmisión de la madre infectada al feto o al bebé;
Que desde el punto de vista planetario es la Humanidad la que se encuentra seropositiva, no existiendo una "minoría" de enfermos;
Que contra el pánico, los preconceptos y la discriminación, la práctica de la solidaridad es esencial;
Por todo ello proclamamos:
1. Todas las personas tienen derecho a la información clara, exacta y científicamente fundada acerca del SIDA, son ningún tipo de restricción. Las personas que viven con el virus del SIDA tienen derecho a informaciones específicas sobre su condición como tales.
2. Toda persona que vive con el virus del SIDA tiene derecho a la asistencia y al tratamiento, suministrados ambos sin ninguna restricción y garantizando su mejor calidad de vida.
3. Ninguna persona que viva con el virus VIH/SIDA será sometida a aislamiento, cuarentena o cualquier tipo de discriminación.
4. Nadie tiene derecho a restringir la libertad o los derechos de las personas por el único motivo de que estas personas convivan con el virus VIH/SIDA, cualquiera sea su raza, nacionalidad, religión, ideología, sexo u orientación sexual.
5. Toda persona que viva con el virus VIH/SIDA tiene derecho a la participación en todos los aspectos de la vida social. Toda acción que tienda a recusar a las personas que conviven con el VIH/SIDA para un empleo, un alojamiento, una asistencia o a privarlos de ello, o que tienda a restringirles la participación en las actividades colectivas, escolares y/o militares, debe ser considerada discriminatoria y punida por la ley.
6. Todas las personas tienen derecho a recibir sangre y hemoderivados, órganos o tejidos que hayan sido rigurosamente analizados y comprobada en ellos la ausencia del virus del SIDA.
7. Nadie podrá hacer referencia a la enfermedad de alguien, pasada o futura, o al resultado de sus análisis para el SIDA sin el consentimiento de la persona involucrada. La privacidad de la persona que vive con el virus VIH/SIDA deberá ser asegurada por todos los servicios médicos y asistenciales.
8. Nadie será sometido compulsivamente, en ningún caso, a los análisis para el SIDA. Estos deberán ser usados exclusivamente para fines diagnósticos, para el control de personas o poblaciones. En todos los casos de análisis, los involucrados deberán ser informados previamente y los resultados deberán ser comunicados por un profesional competente.
9. Toda persona que vive con el virus VIH/SIDA tiene derecho a comunicar sólo a las personas que él desee hacerlo su estado de salud o el resultado de sus análisis.
10. Toda persona que viva con el virus tiene derecho a la continuación de su vida civil, profesional, sexual y afectiva. Ninguna acción podrá restringir sus plenos derechos a la ciudadanía.

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